miércoles, 22 de agosto de 2007

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domingo 19 de agosto de 2007
"Gregor Samsa fue el primer Transformer"


(...) —Tus textos parecen reírse de la agenda académica, aunque con una risa fraternal. ¿Cuál es tu relación con los ensayistas académicos?
—La academia es una bolsa de gatos. Hay gente que trabaja muy bien y también hay aduaneros. En las últimas décadas lo que vimos, y estoy siendo un poco exagerado, es demasiada cautela. Siempre aparece el tema de las hipótesis. A mí me gustan las hipótesis desmesuradas, como la de Harpur.
—¿Qué tiene que tener el ensayo para que te resulte atractivo?
—Todo género puede ser peligroso porque viene pegado a la noción de identidad. Para mí, la idea de identidad es una de las grandes trampas del siglo XX. Muchas veces la identidad genera cortocircuitos que nosotros creemos que son anclajes, pero no, son cortocircuitos. El género como plataforma de lanzamiento, entonces, sí. Como meta, no. Y esto se vincula a mi elección del ensayo. El ensayo siempre es provisorio, es una prueba, es como ensayar con una banda o con una orquesta. A un ensayo lo sucede
otro ensayo, y así.
—¿Cómo pensás los cruces que ofrecés en relación con la identidad?
—Bueno, ¿qué pensaría
Gregorio Samsa hoy de los Transformers? Samsa es el primer Transformer. No es mecánico, pero ya oblitera esa cuestión de la identidad. ¿Qué es la identidad? ¿Por qué no puedo relacionar Lezama Lima con Sonic Youth? El concepto de campo de Bourdieu, que da tantas respuestas, me parece vomitivo. Yo me veo como un enemigo del sentido, lo cual no quiere decir defender la contracara del sinsentido. Pero a esas respuestas tan fáciles yo les desconfío. Siguiendo esta línea de pensamiento, mi próxima curadoría va a ser en Second Life, donde las identidades se transforman. La actividad de Cippolini como curador es tan intensa como su afición por la teoría y la escritura. Las últimas muestras que organizó fueron en lugares enormes como el Penal de Ushuaia y los museos Macro y Castagnino de Rosario, simultáneamente.
—En Second Life puedo hacer cosas imposibles en el mundo físico. —¿Por ejemplo?
—Por ejemplo, algo antigravitatorio que se pueda visitar desde cualquier parte del mundo.
—¿El arte contemporáneo necesita de la narración crítica para existir en forma acabada? ¿La anécdota tiene valor para el ensayo?
—Sí, totalmente. Lo mejor del arte contemporáneo es que está lleno de interrogantes, lleno de enigmas. ¿Cómo hago para leer esto? O mejor, ¿qué es esto? Una anécdota es una lectura, es una edición, es un nudo de la memoria. Y no hay que desatarlos, más bien hay que ver de qué están compuestos. Cuando sirven para enrarecer, entonces, creo que está bien. Ahora, cuando aparece una narrativa que explica, eso empobrece. En este sentido, el ensayo para mí es como el sonajero del perverso polimorfo. El ensayo sigue siendo la otredad del tratado. Mientras el tratado es una voz plural que intenta fijar algo, el ensayo siempre es un tránsito, un recorrido personal. (...)
texto citado del sitio.

sebastian_