MUME, Museo de la Memoria, Av. de las Instrucciones 1057 ( Ex. Quinta de Santos)
Viernes, 16 de setiembre, 12:00 - 29 de octubre, 18:00
Retrato de AMARAL
Del encuentro casual entre Amaral García y la escultora Valeria Píriz, surge este proyecto. El mismo consiste en un retrato, en una copia escultórica del cuerpo de Amaral García. Un retrato construido en cinta adhesiva de un “recuperado” o “aparecido” como le sugirió la escultora al modelo. Además, el retratado, se revela como artista asistiendo a la escultora en el retrato: asiste en la documentación audiovisual con su cámara: retrata y se autorretrata.
Un dato significativo es que entre retratista y retratado no había ninguna relación precedente, ni lazos laborales, ni pertenencia a ningún grupo organizado ya sea con fines de estudio, filiales o políticos. Simplemente comparten un espacio social. Y es que esa simplicidad y ese derecho a ocupar cualquiera “su lugar” en el espacio, es tal vez “la piedra fundamental” de esta instalación.
Cuando Valeria Piriz, esculpe o construye en cinta adhesiva nos empuja a confirmar que lo que vemos, “es”, lo que vemos. De alguna manera debemos medir nuestra propia fuerza en una atmósfera de extraña perplejidad y volver a pensar qué estamos viendo, para poder ver.
Si pensamos en el término de visión, de ver, como la capacidad de interpretar nuestro entorno gracias a los rayos de luz que alcanzan nuestros ojos, entonces esta pieza de Piriz podría ser un perfecto testimonio que “echa luz” sobre los rasgos psíquicos, físicos o familiares de García: una escultura transparente, trasegada… ¿una escultura ciega, encandilada ?, ¿o somos nosotros la luz de esa historia que no escribe, que no revela, que no lee ?, que no merece iluminarse en su propia historia, que se pierde ensimismada y del otro, sus rasgos identitarios…
No hay datos ni rasgos en la forma humanoide, casi humana.
La cinta adhesiva como contenedor y nueva piel, remite a significantes fundamentales de la condición humana: el cuerpo como límite de “su estar” y este como testimonio de su entorno, y todo esto, narrativa fractal “per se”, ese otro cuerpo frágil pero brillante, traslúcido en esencia pero sin embargo edificante.
Es ruido: de trozos, ruido de metros, ruido a paquete, a urgente, es ruido a cuarto, ruido con intervalo y silencio con ruido: la polisemia del ruido.
Cuando por fin vemos a Amaral García en el audiovisual de esta pieza y descubrimos sus rasgos, su pelo, su cuerpo en acción - su voluntad de participar -, de forma en que todos podamos alcanzar, incluidos retratista y retratado, la realización de esta pieza, vemos - repito - por fin, no a la victima ni al victimizado, mucho menos al victimario, sino al hombre que paradójicamente asiste a la artista en su propio retrato.
El hecho de retratar y de ser retratado, la posibilidad, reivindica el rol del artista y del otro en sociedad y recuerda también, que en una sociedad sana y plena, el arte, no debe ser observado como un bien de pocos, sino como un medio para el conocimiento, y por qué no, para el ensanchamiento testimonial de la memoria humana.
Martín Barea Mattos
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