viernes, 8 de mayo de 2009
idea, pais de madrid
Idea Vilariño, que murió en Montevideo el 28 de abril a los 89 años, era poeta entre todos los hombres de su generación uruguaya, la de 1945, y su relación amorosa con Juan Carlos Onetti, con quien amó locamente, es ahora un mito de la literatura. Su poema Ya no, que celebra y deplora el fin de esa relación, es uno de los más desgarradores ensayos poéticos de una despedida.
Su relación amorosa con Onetti es ahora un mito de la literatura
Después de leer ese poema, descubierto por él cuando trabajaba en Montevideo sobre Onetti, escribió Antonio Muñoz Molina: "Leer su poesía ha sido como llenar el nombre
[de Vilariño] de contenido porque después de aquel inesperado poema que me asaltó el corazón de una forma brutal vinieron Poemas de amor y Pobre mundo, los dos libros que me traje a casa de vuelta".
Poesía para viajar hacia adentro, y hacia el dolor. Conviene detenerse en ese poema para contemplar la profundidad de esa melancolía, tan montevideana, y tan onettiana: "Ya no será / ya no / no viviremos juntos / no criaré a tu hijo / no coseré tu ropa / no te tendré de noche / no te besaré al irme. / Nunca sabrás quién fui / por qué me amaron otros. / No llegaré a saber por qué / ni cómo nunca ni si era de verdad / lo que dijiste que era / ni quién fuiste / ni qué fui para ti / ni cómo hubiera sido / vivir juntos / querernos / esperarnos / estar. / Ya no soy más que yo / para siempre y tú ya / no serás para mí / más que tú. / Ya no estás / en un día futuro / no sabré adónde vives / con quién / ni si te acuerdas. / No me abrazarás nunca / como esa noche / nunca. / No volveré a tocarte. / No te veré morir".
Profética y triste como poemas de Pablo Neruda o de César Vallejo, lo que dijo Idea en esos versos desesperados fue cumplido luego por la vida; hay una fotografía de 1987, de una visita que le hizo a Onetti en Madrid, en la que las miradas de ambos hablan ya de aquel desprendimiento que ella inició ahí como un desgarro.
Fue, digo, la poeta entre los hombres; en su generación, la de 1945, la fecha de su primer libro, La suplicante, tuvo entre sus filas a Sarandy Cabrera, a Manuel Claps, a Emir Rodríguez Monegal, a Mario Benedetti... Ella fue la fundadora de Número, la revista que los aglutinó, y a partir de ahí se consolidó en el Cono Sur de América como la protagonista de los ecos poéticos del siglo. Amigos suyos fueron luego Juan Ramón Jiménez o Pedro Salinas. Así le escribe Juan Ramón al final de una de sus cartas: "Sí, querida Idea, sigo sintiendo su mano en mi mano contra su cadera derecha junto a un balcón de un hotel de una ciudad que la guarda. Y la seguiré sintiendo".
La vida la fue llevando de la melancolía a la rabia amorosa, y también al compromiso político (Cuba fue, para ella, la cuna de una esperanza, y nunca pareció volverse de ese entusiasmo), que está más en su actitud que en sus versos (aunque no siempre).
A Mario Benedetti, el amigo que le sobrevive en Montevideo, le dijo un día: "Escribir poesía es el acto más privado de mi vida, realizado siempre en el colmo de la soledad y el ensimismamiento, realizado para nadie, para nada. A menudo, a la mañana siguiente me olvidé y pueden pasar meses antes de que encuentre esas líneas, el poema, escrito de una vez, aunque a veces escrito ocho o diez veces seguidas".
"¿Por qué he publicado?", se preguntaba. "La poesía puede ser como acto creador algo muy íntimo, pero una vez realizado podría darse la necesidad de comunicación". El poeta y la poeta hablaron al final de esa conversación (era 1971) sobre los cambios que se habían operado en sus vidas, aun antes del golpe que los desbarató, la asonada militar de 1973, e Idea dijo: "¿Quién se suicida, quién se retira del mundo, quién lleva un diario íntimo, quién, ahora?".
Era como si profetizara el espejo cruel en el que se tachó del todo, el libro No, publicado por Arca. Decía ahí, en el poema Epitafio: "No abusar de palabras / no prestarle / demasiada atención. / Fue simplemente que / la cosa se acabó. / ¿Yo me acabé? / Una fuerza / una pasión honesta y unas ganas / unas vulgares ganas / de seguir. / Fue simplemente eso". Y aún más dijo en ese No sobre la muerte: "Quiero morir. No quiero / oír ya más campanas. (...) Simplemente no quiero / no quiero oír más nada".
Idea ya no está. Están sus libros, algunos disponibles en librerías españolas: Poesía completa (Lumen, 2008), Vuelo ciego (Visor, 2004).
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