jueves, 30 de julio de 2009

roberto villares en la sala pareja...















CONDENSACINES IMAGINARIAS

(Desopacidades)

A veces la cuestión artística, o la relación del hombre con el arte o de las cosas del mundo con el arte, aparecen en los acontecimientos menos esperados y en las cosas más cotidianas y prosaicas.

La humedad y las bajas temperaturas invernales son una preocupación que nos afecta en la familia desde hace muchos años. La salud, los objetos, la ropa, las paredes, los techos, todo es afectado en mayor o menor medida. Esto se convertido en una preocupación y una carga psicológica permanente, aparte del dinero invertido para tratar de solucionarlo aún sin éxito total.

Un día realicé una fotografía de los vidrios húmedos como una reacción intuitiva de fotógrafo por alguna cosa que me llamó la atención y que hoy no recuerdo. Esta primera fotografía me hizo sentir una especie de alivio y cierta satisfacción del resultado obtenido. Había ocurrido una especie de transferencia de la preocupación a la satisfacción. Es extraño, nunca se me había ocurrido usar la fotografía como terapia, pero la comencé a utilizar como forma de contrarrestar la preocupación que me abatía permanentemente. No había ninguna intencionalidad artística, ni estética, ni siquiera plástica, era apuntar y accionar el obturador. Esas fotografías quedaban por ahí, en planchas de contacto entre otras fotografías, sin ser copiadas.

A partir de las temáticas de mi labor docente, ciertas lecturas y las consecuentes reflexiones sobre la vinculación de la fotografía con lo real y la cuestión estética fotográfica, me acordé de estas fotografías y lo que fue realizado en forma un tanto incoherente comenzó a tener cierta coherencia. El archivo fotográfico tiene esas cosas, esta ahí y en determinado momento la contingencia que rodea al artista hace que, como en este caso, lo que había sido hecho sin intencionalidad, o con una intencionalidad diferente, comienza a cargarse de un cierto sentido artístico.

Ocurrió que la situación emocional y la pesadumbre con respecto a la humedad comenzó a mutar en placer estético. Allí comenzó la intencionalidad a buscar y registrar dentro de lo inacabable que presenta lo azaroso y caótico de la condensación en los vidrios y que presenta la fotografía en sus posibilidades. Probar de día y de noche, manejar el foco, la profundidad de campo, la iluminación del interior y sus combinaciones con la exterior “casi” imprevisible, el encuadre, los colores, etc.

Las fotografías siguieron allí, en las planchas de contacto, en algunas copias de formato pequeño.

El año pasado (2008) a partir de algunas lecturas sobre los limites del “sin arte” y el arte en la cuestión de la imagen fotográfica, a la manera que lo propone F. Soulage en su libro “Estética de la Fotografía”, afloraron nuevamente aquellas fotografías. Comenzaron a tener a mi modo un carácter de serie, cosa que no tiene nada que ver con mi forma de realizar fotografías. Nunca trabajé en series temáticas ni de ningún otro orden.

CONDENSACIONES IMAGINARIAS es la condensación del resultado de un trabajo de edición sobre aquellas fotografías. Las tomas se realizaron fundamentalmente en la ventana del Estar-Comedor de mi apartamento, en mucha menor medida en las ventanas de los dormitorios y alguna en ventanillas de ómnibus interdepartamentales en mis varios viajes a la ciudad de Paysandú.

La primer fotografía de esta historia fue realizada en la ventana de mi dormitorio.

“Desopacidades” es un nombre que adopte para designar mi forma de fotografiar, de relacionarme con el mundo a través de la fotografía, que proviene de haber encontrado una coherencia intrínseca entre mis fotografías que no había encontrado hasta leer el poema de Circe Maia titulado “Opacidades”. Es cierto que por oposición podría haber adoptado el término Transparencias, pero Desopacidades me sugiere eso de desvelamiento, de revelar en su acepción lingüística de descubrir, manifestar lo ignorado, proporcionar indicios o certidumbre de algo y en su acepción fotográfica de hacer visible algo que esta latente como huella en el material sensible a la luz.

Otra cosa que me gustaría aclarar es que mis fotografías no tienen título ni fecha porque ellas son producto de una vinculación sensible con el mundo, una percepción furtiva, ocasional, totalmente azarosa, que sucede por donde transito, muy poquitísimas veces buscada. Entonces no se las puede designar con un título, ni siquiera ponerle “sin título” ya que esto sugeriría al espectador que le pusiera uno y la fecha es totalmente irrelevante. Quedan totalmente liberadas a la relación contingente del espectador con la imagen.

Roberto Villares

JULIO 2009

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